‘El Gran Hermano te vigila’ es la famosa frase de la novela de George Orwell 1984, una distopía futurista –fue escrita en los años 40- en la que un régimen totalitario vigila el interior de cada casa, conociendo la intimidad más profunda de cada individuo. Control total gracias a‘policías del pensamiento’ y hasta expertos en neo-lengua; una suerte de sabios capaces de prohibir el uso de determinadas palabras a voluntad. La libertad de pensar libremente queda abolida. Pero, ¿qué tiene esto que ver con Google?.
En los últimos años el poder de la compañía Google ha crecido de forma exponencial siendo en la actualidad la más enorme fuente de información acerca de nosotros mismos de la historia y controlando cada vez más aspectos de nuestra vida.
Un pequeño ejemplo del posible buen uso de esta información: el comportamiento de los internautasse ha convertido en una buena forma de predecir, anticipar y controlar epidemias. La búsqueda masiva de diferentes síntomas en el buscador, como ‘fiebre alta’, o de palabras clave como ‘gripe’ o ‘gastroenteritis’ permite saber con exactitud y en tiempo real dónde podemos encontrar focos de infección. Pero la información es poder y no toda la información cura o salva vidas.
El principal motor de búsqueda conoce también nuestras debilidades, nuestros secretos más íntimos, nuestras más oscuras perversiones y hasta el partido al que votaremos. ¿Cómo logra esto? Almacenando y analizando hasta el último dato. Por eso, la gestión de un volumen tan elevado de información se ha convertido en un reto.
En la actualidad, dos puntos fuertes son la clave de la investigación más puntera de Google: el análisis de grandes datos y el aprendizaje autónomo de sus sistemas.
Big Data
El primer reto es evidente, la recolección de datos por sí sola no supone un beneficio y es una tarea que computadores y algoritmos pueden realizar de forma autónoma. Pero una vez recopilada toda la información, ¿quién y cómo se discriminaqué información es importante y cual no?¿Cómo podemos predecir el comportamiento de los consumidores o de la población empleando su información? Para estas cuestiones es indispensable el punto de vista humano: todo depende de qué estás buscando. Una biblioteca borgiana en la que se almacena todo el conocimiento humano no tendría ninguna utilidad sin un lector que le de uso, que sepa qué buscar, que conozca cuál es la información importante y por supuesto que tenga una finalidad, un interés previo a la búsqueda.
Dado que la supervivencia es la primera de las necesidades del hombre, el primero de los usos no podía ser otro que comercial: ‘conocer a los consumidores mejor que ellos mismos’ La eterna aspiración de los expertos en marketing, tiene ahora en Google su oráculo capaz de desvelar, incluso, los deseos reprimidos de los consumidores.Esto se está logrando gracias al estudio personalizado de las búsquedas y preferencias de cada internauta.
Google Adwords, así como Facebook ya poseen potentes algoritmos (sistemas lógico-matemáticos que resuelven un problema ofreciendo múltiples soluciones) capaces de discriminar a los internautas según ciertos parámetros estandarizados: edad, sexo, aficiones, estudios, trabajo, etc. La lista se vuelve cada vez más precisa, dando como resultado la anticipación de nuestros deseos, conociendo cuál es tu marca de cerveza favorita, cuál es la marca de la camiseta que llevas puesta o qué cenarás esta noche.
¿Quién no ha visto un banner que parecía leer su pensamiento? ¿Quién no se ha encontrado con el objeto de sus deseos justo delante de él, en forma de anuncio online, pero no recuerda haberlo tecleado en su ordenador? La respuesta a esta pregunta tiene que ver con el aprendizaje autónomo de los sistemas de Google y su nueva capacidad para relacionar nuestras diversas aficiones entre sí, siendo capaz de predecir nuestros movimientos.
En las próximas semanas profundizaremos en las técnicas que las grandes compañías smartup emplean para conocernos. La publicidad tradicional ha muerto y el Marketing Online ha llegado para quedarse. En Somos Comunicación sabemos cómo llegar a tus clientes.